10 abril, 2011

Noche...

Jane dio dos vueltas con la llave en la cerradura y abrió la puerta sin demasiada ilusión. Como de habitual, la casa estaba vacía; amueblada pero yerma. ¿Hola? Esperaba al menos un eco de su propia voz, pero nada. Silencio, un silencio muerto. Encendió la luz del largo pasillo, aun así no animó esa casa desierta. Si había entrado al infierno antes, el foco de luz ,que sólo iluminaba las paredes, descepcionaba más. Se arrastró paso a paso; nada más plantarse delante de la cama, se entregó al nórdico de pluma como un débil alma. Omitió los últimos procesos de a rutina -cenar, revisión de e-mail, ducha, pijama- Sin saber cuándo, cayó en sueño de nuevo...

Jane entró a la casa desierta. Encendió la luz. Flotó al dormitorio como un fantasma. Y se dejó caer entre las sábanas y cerró los ojos y...