25 octubre, 2008

Resonancia invisible

En la costa del mar, donde, según dicen, habitaban los mensajero del dios del océano, Axilöff, estaba invadiendo un risueño canto, voz dulzor e inocente.
La playa de lisa arena, desprendida por un suave oro del cielo, estaba en estado yerma. No más se podían ver huellas de pie, alineadas en curva, dirigidas hacia el agua.
Un paso más allá de la profundidad, había un pequeño barco en el cual una damicela cantaba y reía, allí estaban los mensajeros de Axilöff; aquellos delfines, danzaban alrededor de la damicela dando vueltas entre el espacio atmosférico y acuático, para acompañar a su cantar.
El ocaso en el oriente celeste estaba cayendo, dejando lugar a la tranquila noche, pero la joven seguía allí sin temor, contemplando el último dorado del azul y cantando con el baile de los fantásticos mensajero.

¿Quién diría que una tan tierna sonrisa es hija de un maligno immortal?

10 octubre, 2008

Tragedia de la felicidad


El Emperador daba pasos alrededor del trono mientras acariciaba aquel asiento de oro blanco taladrado con diamantes, ansiado por tantos seres ambiciosos. Contemplaba cómo el sol desaparecía lentamente en el ocaso del lago agotador, justamente fuera del palacio a una distancia recta no muy lejana, suspiró:
-¿Por qué no me dejan descansar?- la única respuesta que recibió fue el frío silencio que cubría la sala vacía, decorada con lujosos artículos de la antigüedad y paredes doradas de oro.
El calor que sentía iba disminuyendo cuando al mismo tiempo el reflejo de la luz solar aflojaba discretamente y la sombra del anciano se hacía más larga.
-¿Acaso esto es lo que llamamos destino?
Su Imperio, una vez dominador, había caído del máximo auge; él, llamado Jousan, El héroe tigris, ya no era nada más que un viejo hombre que ni siquiera era capaz de levanter una pistola y lanzarla más de veinte pasos.
Hacía trenta soles, abdicó el poder a su hijo, el príncipe Hansslen, admirado como hijo de Löwe, dios del valor y de la sabiduría; murió en el último combate, dejó su fama de valentía en la historia.
Fuera de la muralla de Areistha, única ciudad restante del Imperio, está a la vista la llegada de la oscura tropa del enemigo. Jousan, se sostuvo encima de su viejo caballo, El Volador, junto su cansado ejército frente el enemigopara defender su patria, aunque pronto serán invadidos por completo.
Poco a poco, la tierra se fue teñiendo de sangre salpicada, los soldados de Jousan iban tumbandonse de par en par. El rey de su contricante por fin clavó su espada en el corazón del Emperador, ése, ya en la frontera de la muerte, levantó su arma e hirió a su oponente, hundido instantáneamente en el vacío, había cometido el mayor error de su vida. Ambos se arrodillaron uno en frente del otro y se dieron un ligero golpe con el antebrazo.
-He sido un ignorante. Perdonadme, por favor.
-Te perdono…hermano mío.
Se abrazaron con la última gota de energía y se rieron a carcajada; en cuanto anocheciera, será momento de sus devueltas al silencio.

Ahora podían descansar en paz.